domingo, 23 de noviembre de 2014

Las aventuras del barón de Münchhausen de Rudolf Raspe

“… el primer deber de un viajero es no faltar nunca a la verdad.”
Barón de Münchhausen
04-MunchhausenPorDore
El barón de Münchhausen por Gustave Doré.

La narración "Las aventuras del Barón de Münchhausen" es una parodia de varios de los géneros literarios que suelen dar cuenta de la verdad objetiva, entre los cuales tenemos el relato autobiográfico, el anecdotario de viajes y experiencias personales, y el libro de memorias.

La ficción, los mitos y los cuentos de hadas suelen evadir a estos géneros aparentemente reservados para la historia y la autobiografía. De ahí la genialidad de la obra de Raspe, que recoge gran cantidad de historias propias del folclor fantástico europeo en una forma narrativa no ficcional, burlándose así de la objetividad, de la nobleza, de la guerra y la política, gracias a la risa y la perplejidad que produce su texto. 
La constante referencia a la veracidad del relato por parte del personaje del Baron contrasta con su capacidad de contar relatos a cual más inverosímil. Esta contradicción es lo que hace que el texto tenga una lógica interna completamente diferente que le permita ingresar en la fantasía con total naturalidad. 

Podemos rastrear con facilidad varios de los referentes folclóricos del texto en los cuentos de hadas, para no ir muy lejos los sirvientes del barón, con sus dotes sobrenaturales, se relacionan directamente a personajes de los cuentos   “El barco volador”, cuento popular ruso recopilado por Afanasiev, el tonto, héroe del cuento, recibe la ayuda de diversos personajes con dotes sobrenaturales, entre ellos: un hombre capaz de escuchar lo que ocurre en el otro mundo; un hombre que en un instante puede recorrer a pie el mundo entero; un hombre que apunta con su rifle a más de mil kilómetros de distancia. En “Los cinco calaveras”, cuento popular italiano recopilado por Italo Calvino, el joven héroe recibe la ayuda de los siguientes personajes: Rayo Saeta, capaz de cazar una liebre dando cuatro brincos; Ciegoderecho, capaz de apuntar su flecha al ojo de un halcón y voltearlo; Fuertespalda, capaz de cargar más que una mula sin sentirlo; Orejaliebre, capaz de oír todos los discursos que se hacen en el mundo. Finalmente en los cuentos de los hermanos Grimm encontramos en "Los seis que conquistaron el mundo" a los compañeros del soldado protagonista entre los que tenemos a un leñador de fuerza descomunal, un cazador que puede disparar al ojo de cualquiera que este a tres kilómetros a la redonda, un hombre capaz de impulsar un molino con su aliento a una gran distancia, un hombre tan veloz que para atajarse tenia que llevar puesta una bota de metal, y un hombre que al quitarse el sombrero podía congelar todo lo que tuviese a su alrededor. Como se puede ver, estos personajes de cuentos populares se asemejan mucho a los sirvientes de Münchhausen.
En la narración del barón contamos con acontecimientos y personajes sobrenaturales, y al mismo tiempo —y a diferencia del cuento tradicional— estos se enmarcan tanto en contextos y espacios imaginarios: la Luna, la isla de queso, el reino de Vulcano, como históricos y verificables: Rusia, Constantinopla, la guerra contra los turcos, Europa a mediados del siglo XVIII, los mares del Sur, el monte Etna. Ahora bien para el lector es imposible confiar en el personaje narrador dada esta mezcla en la narración haciendo imposible establecer un pacto donde el lector acepte la lógica interna del relato como ajena y fantástica. Por tanto En Aventuras del barón de Münchhausen se sabe que el narrador exagera y miente, pero igual se le cree, o en todo caso se suspende la incredulidad. Como en el cuento maravilloso, la ficción se muestra como ficción, sin máscaras que intenten ocultarla como tal, y el lector acepta el pacto.
Dice Thèophile Gautier en su prólogo de la edición francesa de 1852:
“Cierto que no se llega a creer una palabra de las narraciones del barón de Münchhausen; pero apenas se han leído dos o tres de sus aventuras, se deja uno llevar del candor o naturalidad de su estilo, que no sería diferente si tuviera que referir el autor una historia verdadera. Las invenciones más extravagantes y monstruosas toman cierto aire de verosimilitud, expuestas con esa tranquilidad ingenua y esa perfecta calma. La íntima conexión de esas mentiras, que se encadenan tan naturalmente unas con otras, acaba por destruir en el lector el sentimiento de la realidad, y la armonía de lo falso se lleva tan adelante, que produce una ilusión relativa, semejante a la que hacen sentir los viajes de Gulliver a Lilliput y a Brobdingnag o bien la Historia verdadera de Luciano…”
En Aventuras del Barón de Münchhausen un narrador en primera persona, un digno aristócrata y militar; ni campesino, ni soldado pobre, ni ningún otro personaje popular “poco digno de crédito”, cuenta en tono imperturbable las historias más inverosímiles como si de eventos realmente acontecidos se tratase. Lo que destaca de su narración no es sólo lo que podríamos llamar un “exceso de fantasía” en las historias narradas, sino el tono en el que estas historias se cuentan. El barón narra con la convicción y dignidad de quien no puede admitir que se cuestione la veracidad de sus palabras, aún cuando estas destaquen por su carácter disparatado e imposible. Para Münchhausen la credibilidad de sus palabras es toda una cuestión de honor.


03-PatosLlevandoBaron
“Los patos estaban todos vivos,
 y comenzaron, al reponerse, 
a aletear y levantarse conmigo
 por el aire.” 
Ilustración de Gustave Doré.

No es posible establecer relaciones entre Las aventuras del barón de Münchhausen y los innumerables relatos de pícaros y mentirosos de la tradición oral, ya que estos tienen por narrador y/o protagonista a un personaje popular. Estos relatos suponen una relación asimétrica entre el vencedor y el vencido, una relación inversa a las jerarquías propias del mundo “real”, de allí que podamos observar su origen carnavalesco. Como señala Robert Darnton: “Estos personajes no sólo tienen en común la astucia sino la debilidad; sus adversarios se distinguen por su fuerza y su estupidez. En la picaresca el pequeño siempre se enfrenta al grande, el pobre al rico, el humilde al poderoso.” (Pág. 64) “Sin duda los campesinos obtenían alguna satisfacción al superar en astucia a los ricos y a los poderosos en sus fantasías; al igual que trataban de superarlos en astucia en la vida diaria, en los juicios, eludiendo los tributos feudales y cazando en terreno vedado.” (Pág. 67)  

En el caso de Münchhausen tenemos un personaje aristocrático con un alto grado militar. Si bien la relación de poder frente al sultán es asimétrica, en el caso de aquella aventura en el que el barón indudablemente se comporta como un verdadero pícaro, quizá no sea correcto considerar a este personaje dentro de la picaresca popular; aunque la relación con este género resulte inevitable. También podemos considerar cómo la figura de aquel aristócrata de Hannover en sus tertulias ha sufrido una degradación esperpéntica muy propia de la risa carnavalesca, no sólo a través de las versiones orales y escritas que comenzaron a circular de sus aventuras, sino también en su representación gráfica, particularmente de Gustave Doré a esta parte.


El humor de la obra, radica en esa voz narrativa, en su alegre ironía. Con frecuencia este narrador hace hincapié en el carácter verdadero de sus anécdotas, como sucede en el final del Capítulo VI: “Primera aventura por mar”, donde Münchhausen denuncia a su auditorio la existencia de otro narrador de su aventura: el conserje del Museo de Ámsterdam. Luego de contar la falsa versión de sus experiencias según el conserje, el barón afirma:
“No hay para qué decir, señores, lo desagradable que tiene que ser para mí la impudente elocuencia del dichoso conserje del Museo de Ámsterdam. En el siglo de escepticismo en que vivimos, las gentes que no me conocen podrían ser inducidas, en virtud de tan groseras mentiras, a poner en duda la verdad de mis aventuras reales y positivas, como hechos estrictamente históricos, cosa que ofende gravemente a un caballero de honor.”
El efecto es irónico, el horror del barón (un caballero de honor) ante las mentiras del conserje (un mentiroso), cuya versión de los hechos no es ni menos, ni más verosímil que la de Münchhausen, viene a poner en cuestión un problema intrínseco a toda narración, inclusive y especialmente en aquellos géneros que guardan para sí la exigencia de verdad.
¿Puede la verdad estar garantizada por la inclusión en el relato de hechos empíricos y comprobables? ¿Es la ficción lo contrario de la verdad? ¿Existe una relación jerárquica entre la verdad y la ficción que coloca a la segunda por debajo de la primera?
En otras palabras, ya no basta con preguntarse si el barón es un embustero o un loco, si sus historias son o no son verdaderas (de hecho, como toda ficción, no son sometibles a condiciones de verdad); sobre lo que podemos seguir preguntándonos es acerca de aquellos otros relatos que, como la biografía, o el relato histórico. pretenden para sí el atributo de la veracidad.
En El concepto de ficción Juan José Saer afirma: “La primera exigencia de la biografía, la veracidad, atributo pretendidamente científico, no es otra cosa que el supuesto retórico de un género literario, no menos convencional que las tres unidades de la tragedia clásica, o el desenmascaramiento del asesino en las últimas páginas de la novela policial.”
Y más adelante agrega: “En cuanto a la dependencia jerárquica entre verdad y ficción, según la cual la primera poseería una positividad mayor que la segunda, es desde luego, en el plano que nos interesa, una mera fantasía moral.”
Esta confusión de planos de realidad y ficción que relativiza sus límites, dada también por el cruce de géneros supuestamente no ficcionales con el maravilloso, tiene su tradición literaria en relatos tan antiguos como Las mil y una noches, particularmente en “Los viajes de Simbad”. Ejemplo de ello es aquella descripción del rinoceronte capaz de sostener un elefante con su cuerno. También en aquel otro libro que retoma la antigua tradición de la narración de viajeros: Los viajes de Gulliver (1726) de Jonathan Swift.
En el capítulo XVI de Aventuras del barón de Münchhausen: “Décima aventura por mar. Segundo viaje a la Luna”, se hace referencia explícita a Los viajes de Gulliver:
“A uno de mis parientes lejanos se le había metido en la cabeza la obsesión de que tenía que haber en alguna parte un pueblo igual en tamaño al que pretende haber hallado Gulliver en el reino de Brobdingnag, y resolvió partir en busca de este pueblo, rogándome que le acompañase.
Por mi parte, yo había tomado siempre aquel relato de Gulliver como un cuento de niños, y no creía más en la existencia de Brobdingnag que en la de El dorado; pero el hombre me nombró heredero suyo y yo estaba obligado a tenerle consideraciones.”
Observemos en esta cita cómo Münchhausen esgrime su incredulidad respecto de la existencia de Brobdingnag, para a continuación describir sus aventuras en el reino de la Luna, un país poblado por seres capaces de quitarse la cabeza, un mundo quizá más inverosímil aún que el creado por Swift. En el capítulo siguiente, luego de su accidentada visita al reino de Vulcano en las profundidades del Etna, Münchhausen tendrá la oportunidad de visitar una isla de queso en la que corren ríos de leche y vino, crecen espigas de trigo que contienen panes ya cocidos, y existen aves gigantescas que recuerdan directamente al ave Roc. Un país abundante en comestibles listos para ser consumidos, similar a la leyenda medieval del País de Jauja.
En la cita anterior también se hace referencia a El dorado, aquel lugar legendario de oro surgido de los rumores, esperanzas y fantasías de los conquistadores europeos en América. Es decir, un lugar mítico al que no pocos aventureros concedieron existencia real.
De hecho esta confusión entre la realidad y la ficción, estos lugares utópicos, monstruos y portentos, extraños habitantes de aquellas tierras lejanas y desconocidas, no son materia exclusiva de la literatura; pensemos sino en aquellos hombres que al regresar de sus viajes por el mundo contaban como verdaderas las anécdotas más absurdas; aventureros que exageraban sus hazañas; seres y acontecimientos de la realidad y la fantasía enumerados con solución de continuidad en boca de marineros frente a un embelesado auditorio. Una literatura con pretensiones científicas que clasificaba monstruos y otros seres maravillosos junto a animales exóticos reales, pero extraños para el hombre europeo. Un ejemplo clásico:El libro de las maravillas de Marco Polo (s. XV). Otro ejemplo posterior: diarios y relatos con pretensiones de verdad objetiva de los conquistadores europeos en América, donde se describían sirenas, gigantes, amazonas, hombres sin cabeza y monstruos variopintos con absoluta convicción de verdad. Sin duda el ensanchamiento de los límites del mundo conocido para el hombre europeo a través de las exploraciones marítimas dio lugar no sólo a grandes descubrimientos científicos, sino también a creaciones imaginarias de singular originalidad; y los límites entre unos y otras no solían estar muy claros.
13-VientreDelPez
“Es imposible describir el asombro
de todos los rostros cuando oyeron
 salir una voz humana desde las entrañas
 del monstruo y todavía creció más al ver
 salir del vientre del pez a un hombre
completamente desnudo.”

Ilustración de 
Gustave Doré.
Si se pueden narrar como verdaderos, hechos inverosímiles desde nuestro acostumbrado concepto de realidad, ¿acaso no puede también cuestionarse aquella exigencia de narraciones que, como la biografía y el relato histórico, pretenden reservarse para sí la necesidad de “verdad” de lo narrado?
Podríamos decir que el efecto causado por este singular libro es el de un contagio de realidad para los relatos de fantasía, y un contagio de ficción para los relatos pretendidamente reales y verdaderos.
Problematización del concepto de verdad en cualquier relato, incluso la autobiografía y el texto histórico. Puesta en crisis del concepto de realidad positiva y empíricamente probable en pleno siglo racionalista.
Es posible apreciar en Aventuras del barón de Münchhausen una alegre rebeldía frente a formas de comprender la realidad enraizadas en aquel siglo XVIII, y aún tan vigentes en el siglo XXI: las de un mundo regido por las leyes de la racionalidad, lo probable y sometible a leyes empíricas.
¿Es el barón un mentiroso, un fabulador, un loco? ¿O se trata de un personaje capaz de ensanchar los límites de lo posible y de lo real?
En Münchhausen lo imposible se vuelve real, lo real entonces adquiere nuevas dimensiones, se trata de otra realidad, más próxima quizá a la esgrimida por los surrealistas.
¿Son las ficciones narradas en Aventuras del barón de Münchhausen lo contrario de la verdad? O quizá, es el modo del que se vale la ficción para dar cuenta de una realidad más compleja.
Rebelión de la literatura que no esconde su naturaleza de artificio, sino que la exhibe sin pudor y con alegre osadía.

El Origen del personaje

02-KarlHieronymus
Karl Friedrich Hieronymus,
barón de Münchhausen (1720-1797).
El barón de Münchhausen existió. Vivió en Hannover a mediados del siglo XVIII y las tertulias con sus allegados inspiraron el libro que aquí reseño, por desgracia nunca le hizo gracia la versión literaria de su vida y decidió dar fin a las tertulias. Su nombre completo fue Karl Friedrich Hieronymus, barón de Münchhausen, descendiente de una de las familias más antiguas de la Baja Sajonia, mandó como coronel un regimiento de húsares rojos en la guerra de Rusia contra Turquía (1740/41) y sirvió a las órdenes del conde Burkhard Christoph Von Münnich, mariscal de campo del Zar Iván. Tras su retiro como militar, se estableció nuevamente en Hannover, hasta el día de su muerte. Al parecer, las hazañas militares son un invento del brillante narrador de nuestro libro.Según la pluma de Raspe, el imaginativo barón contaba a sus amigos acontecimientos tan notables como inverosímiles, sucedidos en sus viajes y se presentaba a si mismo como un honesto y creíble testigo de todas las maravillas por él narradas. 
Las aventuras, eran narradas de forma autobiográfica, como experiencias vividas, absolutamente reales y probables. Esta circunstancia de la narración afortunadamente se conserva tanto en las versiones escritas como cinematográficas de Las Aventuras de Münchhausen y  convierten al libro en un clásico de la literatura fantástica. 
Versiones escritas
01-CaballoSobreElAgua
“Allí habría perecido inevitablemente,
 si con la fuerza de mi propio brazo,
no hubiera tirado de mi coleta,
 sacándome a mí y a mi caballo
que sostenía firmemente entre mis piernas.”
.
 Ilustración de 
Gustave Doré.
Rudolf Erich Raspe, anticuario, mineralogista y lingüista alemán, publicó en Oxford en lengua inglesa un pequeño libro de tan sólo 42 páginas: Narración de los maravillosos viajes y campañas del barón Münchhausen en Rusia. La publicación le hizo pasar a la historia por ser el creador de este personaje literario embustero y admirable; según algunos, herencia del Quijote y de Gulliver. Sin embargo Raspe no se sentía orgulloso de haber creado al Barón y como tenía la cabeza puesta en su labor científica fue estafado en las regalías de los derechos de autor de la obra. Sólo un año después, Gottfried August Bürger tradujo, ordenó, recompuso y agregó nuevos episodios al texto publicando en alemán un libro titulado Viajes maravillosos por mar y tierra: Campañas y aventuras cómicas del barón de Münchhausen
A lo largo del siglo XIX el libro continuó sufriendo ampliaciones y transformaciones, así como numerosas traducciones, adquiriendo fama incluso en Rusia, país donde transcurren muchas de las aventuras del barón.
De estas versiones la más famosa es la francesa de 1852 que debe su fama a que fue escrita y prologada por el escritor, Théophile Gautier (1811-1872) e ilustrada por el famoso grabadista,  Gustave Doré (1832-1883), quien otorgaría al personaje su representación iconográfica.
El agregado de los personajes prodigiosos que ayudan al barón a ganar la apuesta al sultán de Constantinopla: el hombre más fuerte, el más rápido, el de mayor puntería y del soplido huracanado, son, al parecer, invención de Gautier, aunque se vinculan directamente con personajes similares en antiquísimos relatos de la tradición popular.
El barón de Münchhausen en el cine
Muy tempranamente en la historia del cine, el barón de Münchhausen fue llevado a la pantalla. Se trata de un cortometraje realizado por George Méliès en 1911: Les hallucinations du baron de Münchhausen.
En 1929 los estudios Mezhrabpomfilm produjeron la película de animación Las aventuras de Münchhausen, dirigida por Daniil Cherkes.
05-HansAlbers
El barón de Münchhausen 
interpretado por Hans Albers (1943).
En 1943, el libro de Gottfried August Bürger fue adaptado al cine con la dirección de Josef von Báky bajo el nombre de Münchhausen. Un dato curioso es que el largometraje fue comisionado por Joseph Goebbels, ministro de propaganda del Tercer Reich, para levantar el espíritu de los alemanes en el 25 aniversario de los estudios UFA, la emblemática productora del cine alemán. Se trata del rodaje más costoso del cine germano de aquellos años, siendo la primera película alemana en color, con efectos especiales innovadores para la época.

06-KarelZeman
El barón fantástico de Karel Zeman (1961).
En 1961 el checo Karel Zeman dirigió la película El barón fantástico, con imagen real y animación. En esta versión Münchhausen tiene por compañero de aventuras al joven astronauta Tony. Con él Münchhausen halla en la luna a Cyrano de Bergerac y también a los personajes de la novela de Julio Verne: De la Tierra a la Luna.

En 1967 los estudios Soyuzmultfilm realizaron el cortometraje de animación Las aventuras del Barón de Münchhausen, con la dirección de Anatóliy Karánovich.



La adaptación al cine más conocida es la que dirigió Terry Gilliam en 1988: Las aventuras del barón Munchausen, con John Neville en el papel del barón.

La película de Gilliam ofrece una versión diferente a la de los libros de Raspe y Bürger, si bien recurre a elementos claves de las versiones escritas, las aventuras más notorias del barón: el vuelo en las balas de cañón; el viaje a la Luna; la apuesta con el sultán de Constantinopla; el encuentro con Venus y Vulcano en el interior del Monte Etna; el viaje en las entrañas del monstruo marino…, las sitúa dentro de una nueva historia.
07-TerryGilliam
Las aventuras del barón Munchausen
(1988)
de Terry Gilliam.
La historia transcurre en una ciudad europea del siglo XVIII sitiada por los turcos. En medio de la guerra una pequeña compañía teatral se esfuerza por representar Las aventuras del barón Munchausen. La representación sufre interrupciones debido a la aparición de un anciano, aparentemente loco, que afirma ser el verdadero Münchhausen, y que se muestra indignado frente a lo que según él, es una burda falsificación de los hechos verdaderamente acontecidos en su vida. La única que cree en la identidad del viejo barón es Sally, la pequeña hija del director de la compañía teatral, quien ruega a Münchhausen que salve a la ciudad sitiada.
Esta situación resulta altamente paradójica si consideramos que el personaje del barón tacha de mentiras aquello que se presenta como ficción, sin ánimo de verdad y sostiene como verdad autobiográfica hechos absolutamente imposibles en la realidad. Pero la paradoja es mayor aún cuando los planos de ficción y realidad se funden y confunden continuamente a lo largo de la película, especialmente en el desenlace. 

Es interesante observar la inclusión de la representación teatral en el film. La ficción dentro de la ficción. Un juego de espejos donde las “verdaderas aventuras” del Barón sufren la distorsión del arte teatral, dando lugar además a escenas que nos recuerdan la estética de los decorados y efectos especiales de cartón piedra de las antiguas películas mudas en una filiación perfecta con el creador del cine de fantasía: George Méliès. La obra de teatro, con sus decorados y efectos precarios, pone en evidencia la ficción, sin embargo esa ficción se funde con las aventuras narradas por el barón y mostradas por el cine, donde lo imposible, la magia, lo que la razón y el sentido común niegan, se vuelve real. Lo que George Méliès supo descubrir como posibilidad del lenguaje cinematográfico: volver real la magia, es eje vertebral de la película de Gilliam. Muchos de los personajes de las aventuras del barón son interpretados por los mismos actores que al inicio del film forman parte de la compañía de teatro, la que a su vez intentaba interpretar las aventuras del barón. Un juego de espejos enfrentados de realidad y ficción, que hace estallar sus límites. 

08-JohnNeville
John Neville como el barón Münchhausen (1988)


Sally convence al barón y éste finalmente se decide a salvar la ciudad, pero para ello debe ir en busca de sus tres antiguos ayudantes: Berthold, el hombre más veloz del mundo; Adolphus, el hombre de una vista privilegiada; Gustavus, el hombre que puede oírlo todo y soplar vientos huracanados; y Albrecht, el hombre más fuerte. Para ello el barón emprende con Sally un viaje fantástico en el que se pueden ver situaciones similares a las narradas por el libro: el viaje a la Luna en un barco-globo aerostático, donde Munchausen y Sally se encuentran con los reyes de la Luna, seres que pueden desprender su cabeza del cuerpo. El descenso al centro del Monte Etna, con un encuentro algo accidentado con la diosa Venus y su celoso marido: Vulcano. El ser devorados por el demonio de las profundidades al mejor estilo de la Biblia y otros relatos de la mitología universal…
El antagonismo entre la aventura y la fantasía sin freno, encarnadas en Münchhausen, frente al pensamiento racionalista y burocrático, que se haya representado por el funcionario Jackson, es tópico central en la película de Gilliam y la conecta con otras obras del director, como su afamada Brazil.
El Münchhausen de Gilliam es un anciano cansado que por momentos desea la muerte, de hecho una espeluznante parca se le aparece cada vez que el viejo barón expresa que ya no hay lugar en este mundo “lógico y razonable” para él. Al volver a vivir sus aventuras, el viejo Münchhausen rejuvenece, como también sus compañeros, quienes han perdido sus poderes, asimilándose a una realidad que los ha tornado viejos, débiles y desanimados. De hecho el espectador presencia la muerte del barón en manos del racionalista Jackson hacia el final de la película, y sin embargo luego constata que Münchhausen sigue vivo y que tal muerte ha sido sólo parte de una de sus narraciones.
En la película de Gilliam las fantasías poseen mayor espesor de realidad que “lo real” y de este modo se subvierte un final triste y pesimista en un desenlace exultante y feliz. Sally pregunta al barón si sólo se trataba de un cuento, la sonrisa de Münchhausen deja abierta la respuesta.


Algunas ediciones del libro en español

  • Bürger, Gottfried August. Aventuras del barón de Münchhausen. Ilustraciones de Gustave Doré. Prólogo de Théophile Gautier. Traducción de Cecilio Navarro. Barcelona, Editorial Edhasa, 2005. Colección Los libros del tesoro.
  • Bürger, Gottfried August. Las Aventuras del Barón de Münchhausen. Campañas divertidas y viajes maravillosos por agua y por tierra. Ilustraciones de Roberto Páez. Versión de M. J. De Sosa. Buenos Aires, Editorial Américalee, 1970.
  • Bürger, Gottfried August. Las Aventuras del Barón de Münchhausen. Ilustraciones de Gustave Doré. Traducción de Miguel Sáenz. Madrid, Alianza Editorial, 1982. Colección El Libro de Bolsillo.
  • Raspe, Rudolf E. El Barón de Münchhausen. Prólogo de Antonio Tulián. Traducción de Héctor Daniel Stilman. Buenos Aires, Editorial Longseller, 2002. Colección Clásicos de Bolsillo.

Fuentes Secundarias

  • Darnton, Robert. “Los campesinos cuentan cuentos: El significado de Mamá Oca”. En: La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa. México, Fondo de Cultura Económica, 2005.
  • Saer, Juan José. El concepto de ficción. Buenos Aires, Editorial Espasa Calpe-Editorial Ariel, 1997.








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